domingo, 1 de febrero de 2009

COCINAR SIN PERFECCION



Y luego dicen en mi familia que voy por el mundo montando números y haciendome la interesante pero... hay ocasiones en las que reprimirse sería un error para la humanidad. Yo soy de las que sí me provocan lo más mínimo salto como un resorte.



Veamos de que se trata. Nos habían invitado a un curso de "alta cocina" donde comer disfrutar y aprender eran las metas a seguir. Todo bien si no hubiera sido porque nos topamos con la directora del curso-cocinera-profesora, tirana y dictatorial donde las haya y poco sabedora de que cuando se tiene un garito de ese tipo, los alumnos son tus clientes y a un cliente no se le rine y menos se le insinua que es un torpe. Ahí, menos elogios recibimos de todo. Desde el principio nos trató como si no hubieramos utilizado un cuchillo en nuestra larga vida, no supieramos nada de cocina y menos de alimentación sana. Toda nuestra experiencia le parecía sacrilegio y nuestro comportamiento de personas no aptas para semejante escuela.

Yo le insinué que veniamos a divertirnos y a disfrutar, no a hacer una carrera como cocineros de estrella Michelan, su cara no pudo ser más despreciativa... no me quedo más remedio que ponerla en su sitio.- Aquí hemos venido a pasar el rato, divertirnos y aprender, no a que me rinan porque los puerros no tienen los milímetros adecuados a tan alta cocina.- me miraba como si yo fuera un marciano y en su reino nadie se atreviera a rechistarla, pero reconozco que bajó su intensidad y procuró sonreir un poco más. Yo que me dedico a la ensenanza sé lo importante que es la empatia con los alumnos y sobre todo lo poco que cuesta motivar, para el éxito mutuo.





Por lo demás la comida estuvo buena, las risas fueron constantes y el miedo al error y al trabajo mal hecho lo aparcamos desde que yo dije que también quería aprender riéndome y disfrutando. Creo que a los próximos que hagan un curso en su "garito" los tratará mejor. Nadie le escribió nada en su libro de visitas. Yo no dije más porque me habían invitado, sí hubiera pagado yo, le hago sacar el libro de reclamaciones y le pido explicaciones. Todos se quejaron del trato, pero nadie se atrevió a enfrentarse a ella. Yo me alegro de haberla confrontado con su propia medicina.




3 comentarios:

Verónica dijo...

Es lo que me mata de los alemanes. En su casa se pueden quejar de todo y echar mil maldiciones, pero son incapaces ante enfrentamientos directos. Para eso, ellos son demasiado "correctos".
En nuestra tierra patria la gente si hace falta se enfrenta y dice lo que piensa, pero no somos capaces de pedir el libro de reclamaciones...
(no me funcionan los acentos :-))

Verónica dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Verónica dijo...
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